La referencia documental sobre Chikung más antigua como ejercicio curativo está inscrita en doce piezas de jade fechadas en el s. VI a.C, que contienen consejos para recoger el aliento y hacerlo descender por el cuerpo hasta el bajo abdomen. También la biblia de la Medicina China, "El Clásico de la Medicina Interna del Emperador Amarillo" (s. I y II a.C), recomienda el chi kung para curar fiebre, escalofríos y otras enfermedades, y afirma que la meta del chi kung es llegar a ser como los sabios de antaño, quienes «habitaban serenamente contentos en la vacuidad, la verdadera fuerza vital les acompañaba siempre; y preservaban en el interior su espíritu vital. ¿cómo iba a poder alcanzarles la enfermedad?». En el Clásico se afirma, también, que el médico sabio cura la enfermedad antes de que se desarrolle y no después de que se haya manifestado.
Según dichos principios, el buen estado de la salud de cada uno dependerá de nuestra capacidad para conseguir el correcto equilibrio entre la mente y el cuerpo; y dicho bienestar se logra, principalmente, a través de la meditación y del control de la respiración.
La práctica del chi kung propone tres procesos de armonización o regulación mutua (San Tiao) en el que los unos interaccionan con los otros buscando una armonía entre los tres como si se tratase de la interpretación de una canción en la que intervienen tres instrumentos. Estos procesos son: regular el cuerpo, regular la mente (corazón) y regular la respiración; para regular los Tres Tesoros (San Bao): regular la esencia (Jing), regular el aliento (Qi), y regular el espíritu (Shen).
La práctica del chi kung puede ser tanto estática como en movimiento. En cualquiera de los dos casos, es muy importante estar bien apoyado, es decir que nuestro cuerpo esté en una posición equilibrada y en contacto firme con el suelo. Para lograr que ese apoyo sea estable, el consejo que suele darse a quienes se inician en la práctica del chi kung es que, como si de árboles se tratara, imaginen que de su cuerpo –(si están sentados)– o de sus pies –(si es que lo están practicando de pie)– nacen unas raíces invisibles, como una prolongación que los une firmemente a la tierra.
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